¿Alguna vez te has preguntado por qué toleras ciertas actitudes o comportamientos que te hacen daño? La respuesta puede estar más cerca de lo que imaginas: en tu autoestima y en la confianza que tienes en ti misma. Estos dos pilares influyen directamente en la forma en que te relacionas con los demás, ya sea con tu pareja, tus amigos o tu familia.
En una relación sana, lo fundamental es que ambas personas se sientan libres de ser ellas mismas. Que puedan compartir lo que piensan, sienten y necesitan, sin miedo al juicio ni a las represalias. Cuando hay autenticidad, respeto mutuo y apoyo recíproco, el vínculo florece. Porque una relación saludable se basa en aceptar al otro tal como es… y también en aceptarte a ti, con todo lo que eres.
Como bien lo dijo el monje budista Thich Nhat Hanh:
"Tener una autoestima sana y una buena dosis de confianza personal son fundamentales para vivir felices y en paz. Nos protegerán de las relaciones tóxicas, de atraer a personas tóxicas o dañinas, de idealizar a los demás y de conformarnos por miedo a la soledad."
Una relación tóxica comienza a notarse cuando una de las partes limita, controla o manipula a la otra. Aunque haya acuerdos, cuando no puedes ser tú misma, cuando callas por miedo, o cuando cedes constantemente para evitar conflictos, algo no está bien. En estos vínculos no hay igualdad, ni respeto real, ni apoyo sincero.
Y cuando tu autoestima es baja, es fácil caer en la trampa de creer que mereces poco o nada. Puedes llegar a justificar humillaciones o desprecios, pensando que has hecho algo para merecerlos. O puedes temer tanto a la soledad, que toleras lo intolerable con tal de no perder una relación, aunque te esté dañando.
Incluso si al comienzo tenías una autoestima fuerte, una relación tóxica puede desgastarte, hacerte dudar de ti, y llevarte a olvidar tu valor. Es una espiral silenciosa que, poco a poco, te roba la luz.
Por eso, identificar este tipo de relaciones es el primer paso para liberarte. Necesitas reconocer que el amor no se trata de sufrimiento ni de aguantar.
El respeto, el cuidado y la alegría deben estar presentes, no solo en los buenos momentos, sino como base de todo vínculo. Si eso no está ocurriendo, es hora de actuar.
Aprende a decir “no” con firmeza. Pon límites. No sigas tolerando lo que te hace daño. Tu bienestar debe ser tu prioridad. Y si necesitas ayuda, no estás sola: hablar con alguien de confianza o con un profesional puede marcar la diferencia.
Recuerda: no necesitas más razones para alejarte de lo que te hiere. Tu paz, tu felicidad y tu derecho a vivir una vida plena son razones más que suficientes.
A ti, mujer valiente que estás aprendiendo a escucharte y a cuidarte, quiero decirte algo muy claro:
Mereces una relación que te nutra, te respete y te haga crecer. No aceptes menos.
Y si este mensaje resonó contigo, te invito a seguir leyendo, explorando y transformándote. En este blog encontrarás un espacio para sanar, empoderarte y reconectar con tu mejor versión.
Sigue avanzando. Estás en el camino correcto.
Si esta lectura tocó algo dentro de ti…
No te lo guardes. Compártelo con esa mujer que también necesita recordar su fuerza. Quizás hoy seas tú quien le encienda una luz.
Suscríbete al newsletter y recibe palabras que te abracen, te inspiren y te impulsen a seguir creciendo, cada semana, directo en tu correo.
Y si aún quieres más…
Sigue explorando las otras notas. Cada una guarda un mensaje pensado para ti, para ayudarte a florecer a tu ritmo, a tu tiempo, con todo lo que eres.