Soy Silvana, esposa, madre, escritora motivacional y, ante todo, una mujer que, al llegar a los 50 años, eligió abrazar su esencia y transformar su vida desde las raíces, demostrando que nunca es tarde para redescubrirse, reinventarse y vivir con propósito.
Durante años caminé por un sendero que creía inamovible, guiada por los mandatos sociales y las creencias limitantes que moldeaban mi vida. Sin cuestionar, acepté como inevitables las reglas impuestas por mis modelos femeninos, ignorando el llamado de mi verdadero yo y el anhelo de construir un destino propio.
Estudié una carrera que jamás ejercí, y solo con los años comprendí las razones detrás de esa decisión. Me casé, di vida a tres hijos maravillosos y formé una familia que es mi mayor orgullo y mi más profunda fuente de gratitud. Durante dos décadas trabajé en una empresa de alcance nacional, en un rol que poco tenía que ver con el título que permanecía guardado, casi olvidado, en un rincón de mi clóset. Durante ese período, combiné la maternidad y la vida laboral, enfrentando los desafíos, sacrificios y aprendizajes que implican equilibrar el amor por mi familia con las exigencias del mundo profesional.
Cada etapa, aunque no siempre lo entendiera en el momento, fue forjando la mujer que soy hoy.
Al llegar a los 40 años, sentí que la vida se había vuelto una cuesta interminable, cada vez más empinada. Fue entonces cuando decidí dar un giro y dedicarme por completo a mi familia. Por primera vez en años me invadió la calma, podía respirar, hacer las cosas a otro ritmo, sin la constante presión de vivir corriendo. Había tiempo para ocuparme del hogar, cuidar de los niños, cocinar con más amor, disfrutar de las clases de pilates y compartir momentos con amigas. Todo parecía fluir en una armonía que nunca antes había experimentado. Pero esa sensación, como una dulce luna de miel, fue efímera, dejando tras de sí preguntas más profundas sobre lo que realmente significaba sentirme plena.
Tenía la sensación de haber quedado atrapada en un rol que parecía escrito desde antes de que yo naciera: el de ama de casa a la que todos acuden para resolver las pequeñas y grandes demandas del día a día, desde las tareas del colegio hasta el jardín impecable y la comida perfecta. Pero, por más que me esforzara, siempre parecía faltar algo. Ese era mi modelo de mujer, el que había visto en mi madre: un ser que entregó su vida con dedicación y sacrificio, aunque en sus ojos se vislumbraba una felicidad incompleta. Había heredado, casi sin darme cuenta, ese "deber ser" que ella misma vivió, repitiendo patrones sin cuestionarlos, mientras algo dentro de mí comenzaba a despertar y a preguntarse si realmente ese era el camino que deseaba recorrer.
¿Mi vida era aburrida? ¡En absoluto! Estaba llena de actividades, responsabilidades y momentos que parecían estar perfectamente en su lugar. Disfrutaba estar en cada detalle, o al menos eso me decía a mí misma, convencida de que lo tenía todo bajo control. Sin embargo, en lo más profundo de mi ser, había un vacío que no podía ignorar.
Me encontraba constantemente preguntándome si esto era todo lo que el destino tenía reservado para mí y, aún más importante, si esto era todo lo que yo era capaz de ofrecer al mundo.
Desde muy joven, me apasionó el ámbito de la autoayuda y el desarrollo personal. Me sumergí en libros de autores influyentes, asistí a cursos, talleres y seminarios, y aprendí de mentores de renombre que dejaron una profunda huella en mi. Cada experiencia fue una pieza en el rompecabezas, acumulando no solo conocimientos teóricos, sino también herramientas prácticas que fui integrando en mi día a día.
A medida que acumulaba experiencia, comencé a notar cómo mi perspectiva sobre la vida cambiaba, permitiéndome afrontar los desafíos con mayor claridad y equilibrio. Cada paso en este recorrido me transformaba y fortalecía, dándome la confianza para compartir lo aprendido con quienes me rodeaban. Aunque inicialmente lo hacía de manera informal, ofreciendo consejos, técnicas y herramientas, descubrí que cada intercambio se convertía en una oportunidad para impactar positivamente en la existencia de otros.
Un día, con la esperanza de dar un nuevo sentido a mi historia, decidí reunir las notas y apuntes que había acumulado durante años. Pensé en darle formato de libro, organizar todo ese contenido de manera clara, para que, si alguna vez lo compartía con alguien, pudiera ser útil y comprensible. Lo que parecía una tarea sencilla se convirtió en un proyecto interminable que me llevó más de un año. Lo hacía en los ratos libres, cuando la inspiración llegaba, pero también en medio de momentos de profunda duda y vacío.
En más de una ocasión, me cuestioné el propósito de ese esfuerzo. Me decía: ¿Por qué estoy perdiendo el tiempo en esto? o ¿Por qué no busco algo que genere mis propios ingresos? Esas preguntas me atravesaban el alma y me sumían en un dolor profundo. Sentía que mi vida carecía de propósito, que solo seguía el camino que otros habían trazado para mí. Me invadía una sensación de inutilidad desgarradora, una voz interna que me susurraba: ¿qué es lo que sabes hacer? ¿Qué valor puedes aportar al mundo? Ese boceto de libro, que tanto significaba para mí, se convirtió en un reflejo de mis propias luchas internas, pero también en el único hilo que me conectaba con la esperanza de encontrar algo más, algo verdaderamente mío.
Constantemente buscaba e investigaba nuevas técnicas y ejercicios, siempre motivada por el deseo de entender y mejorar. Con el tiempo, me di cuenta de que había reunido un material de enorme valor, una fuente de herramientas prácticas y conocimientos transformadores. Decidí ponerlo a prueba compartiéndolo en conversaciones con amigas, sugiriendo ideas y técnicas que había estudiado a fondo.
La respuesta que recibía era siempre positiva: mis consejos funcionaban, marcaban una diferencia real en sus vidas. Esa retroalimentación no sólo reafirmaba la calidad de lo que había aprendido, sino que también me llenaba de confianza y me inspiraba a seguir investigando con aún más pasión.
Sabía que estaba en el camino correcto, que lo que tenía entre manos podía impactar a otros de manera profunda y significativa.
Todo cambió el día que, sentada frente a mi ordenador y mirando mi proyecto de libro, experimenté la sensación de que estaba postergando mis sueños simplemente por no tener el valor de ponerlos en marcha. Me había refugiado en el rol de madre y esposa a tiempo completo, convenciéndome de que no sabía hacer nada más, de que no podía aspirar a más. Pero en ese momento, algo dentro de mí se encendió.
Amo escribir con una pasión que consume mi alma, me fascina generar contenido que inspire y motive, investigar historias de vida que se han superado a sí mismas, y compartir todo lo que he aprendido a lo largo de los años. Después de todo, enseñar fue la carrera que elegí en mis comienzos, y esa semilla de pasión nunca dejó de crecer. ¿Cómo podía ser posible que no pudiera combinar mi amor por la familia con mi propósito más profundo? ¿Quién dijo que no se puede tener lo mejor de los dos mundos? Ahí comprendí que no había que elegir. Podía ser la mujer que sostiene a los suyos y también la que se elige y se honra a sí misma. Ambas podían habitar en mí, más fuertes que nunca.
Decidí empezar poco a poco, con determinación y pasión, retomando mis apuntes y poniéndome en marcha con lo que sería "Mi primer libro". Sabía que era todo un desafío, que no bastaba con escribir; también tenía que investigar, aprender el oficio de ser autoeditora, y enfrentar los miedos que venían con cada paso. Pero, al final, logré publicarlo, y, "El Arte Transformador de la Alquimia Personal: una guía completa para fortalecer tu autoestima y autoconfianza" como decidí llamarlo, vio la luz. En ese momento la plenitud y felicidad fueron profundas, una satisfacción que solo puede provenir de haber trabajado incansablemente por un sueño que se hizo realidad.
A lo largo de todo el proceso, no solo aprendí sobre la técnica de escribir, sino que también trabajé profundamente mi autoestima y autoconfianza. Descubrí mi propósito y, por fin, entendí que mi camino estaba destinado a ser único. Con este logro personal, sentí que no solo me estaba reivindicando a mí misma, sino también a todas las mujeres de mi linaje materno, aquellas que, a lo largo de generaciones, sintieron el dolor de no haberse realizado completamente como lo deseaban. Este libro, junto con mi blog, es un homenaje a ellas, a sus sacrificios y a la fortaleza que me han legado. A través de estas páginas, me siento más empoderada y libre que nunca.
Este blog nace de un propósito profundo y lleno de amor: inspirar a otras mujeres a creer, con toda certeza, que también pueden encontrar un sentido y un rumbo renovado en sus vidas. Reinventarse no es un camino fácil, pero es, sin lugar a dudas, el acto de amor propio más grande que puedes regalarte.
Quiero abrirte las puertas de mi mundo, desde lo más profundo de mi ser, para que recorras conmigo este espacio creado desde el alma. Juntas, descubriremos el poder transformador que reside en nosotras, y cómo podemos crear la vida que realmente deseamos. Sé que este recorrido será valioso, porque tu historia importa, y tu transformación es posible.
Te invito a formar parte de esta comunidad, un espacio donde juntas descubriremos la profundidad de nuestra esencia, romperemos barreras y construiremos la mejor versión de nosotras mismas. Aquí encontrarás inspiración, apoyo y herramientas para empoderarte en cada paso de tu transformación.
Como dijo Eleanor Roosevelt: "El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños". Es tu momento de reinventarte y brillar como nunca antes. ¡Únete y comienza hoy este viaje único hacia tu mejor versión!