Las Rodanteras: Cuando el corazón decide poner primera

¿Te has preguntado alguna vez qué pasaría si dijeras "ahora es mi turno"? En Argentina, 21.000 mujeres encontraron la respuesta sobre cuatro ruedas. A los 50, 60, 70 años, decidieron que merecían ser felices, que merecían aventura, que merecían ponerse en primer lugar. Son Las Rodanteras, y su historia te hará repensar todo lo que creías saber sobre reinventarse después de los 50. Porque ellas descubrieron algo que todas necesitamos saber: nunca es tarde para elegir tu propia aventura.

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A veces la vida nos susurra que es hora de cambiar de rumbo. Y de vez en cuando, ese susurro se convierte en el rugido de un motor que nos lleva hacia nosotras mismas.

Hay momentos en la vida en los que miramos hacia atrás y vemos un camino lleno de entrega: años dedicados a criar hijos, cuidar hermanos, sostener familias, construir carreras profesionales. Décadas donde el "yo" quedó guardado en un cajón, esperando su turno. Pero ¿qué pasa cuando ese turno finalmente llega? ¿Qué sucede cuando decidimos que es hora de ponernos en primer lugar?

En Argentina, 21.000 mujeres encontraron la respuesta sobre cuatro ruedas. Son las Mujeres Rodanteras, y eligieron como símbolo una libélula con el mensaje "Despegar y revivir". No podría haber metáfora más perfecta. Porque como esos insectos que nacen en el agua y luego alzan vuelo hacia la luz, estas mujeres emergieron de vidas dedicadas a otros para descubrir que aún tenían alas.

Silvia Di Biase, la fundadora del grupo, se encontró en Calafate con dos mujeres que viajaban solas y tuvo una revelación: no estaban locas, no eran irresponsables, no estaban escapando. Simplemente se estaban eligiendo. Y en ese acto de elegirse a sí mismas, nacía una revolución silenciosa pero poderosa.

"Avenida Libertad y calle Felicidad" es el cruce que ponen en el GPS cuando salen a la ruta. Pero en realidad, lo que buscan no está en ningún mapa. Están buscando ese lugar donde el alma se reconoce, donde la mujer que fueron, la que son y la que quieren ser, finalmente se encuentran.

El 60% de estas viajeras tiene entre 50 y 70 años. Son mujeres que llegaron a esa edad donde los hijos crecieron, donde las responsabilidades principales se cumplieron, donde por primera vez en décadas pueden preguntarse: "¿Y ahora qué quiero hacer YO?"

Mónica, una de las Rodanteras, lo dice con una sonrisa de niña traviesa: "Tengo 66 años, pero en el grupo me olvido de la edad. Nos sentimos adolescentes de nuevo."

Una de las historias más conmovedoras es la de aquella mujer que cuenta: "A los 12 años me tuve que hacer cargo de nueve hermanos. Luego crié cinco hijos. No hubo tiempo para crear amistades... Pero una Rodantera me hizo tomar coraje para salir a la ruta. Lo máximo que había manejado eran 20 km, y sin embargo de un tirón hice 300 km".

Ahí está la magia de reinventarse: no importa cuán pequeños hayan sido nuestros pasos anteriores. Lo que importa es el coraje de dar el primero hacia una nueva versión de nosotras mismas.

Alicia, neonatóloga retirada, aprendió a manejar a los 58 años por necesidad. A los 70, decidió que era su momento para "vivir rodando". Su primera noche durmiendo en el auto la pasó... en la puerta de su casa, envuelta en una frazada, como una práctica para el gran salto.

Lo más hermoso de esta historia es que estas mujeres entendieron algo fundamental: reinventarse no significa hacerlo solas. Crearon una red de 37 grupos de WhatsApp organizados por regiones y por intereses. Tienen un grupo SOS para emergencias, otro para las fanáticas del ciclismo, uno para quienes necesitan desahogarse.

"Viajamos solas pero no estamos solas", dicen. Y en esa frase está el secreto de todo proceso de transformación: necesitamos soledad para encontrarnos, pero también necesitamos tribu para sostenernos.

Estas mujeres no están escapando de sus vidas; están corriendo hacia ellas. Van en motorhomes, casas rodantes, autos camporizados. Algunas son nómadas, otras hacen escapadas. Pero todas tienen algo en común: decidieron que merecían ser felices, que merecían aventura, que merecían ponerse en primer lugar.

Como dice Alicia: "No se trata de sumar kilómetros sino de encontrarte con vos misma, aprender a convivir con una, resolver problemas y demostrarte que podés hacer cosas que ni imaginabas."

Cada una de estas mujeres se dio un permiso que la sociedad no les había otorgado: el permiso de ser felices a pesar de la edad, el permiso de viajar solas, el permiso de posponer las expectativas ajenas para cumplir las propias. Ese permiso es revolucionario.

Porque vivimos en una cultura que nos enseña que la felicidad femenina tiene fecha de vencimiento, que después de cierta edad deberíamos conformarnos con ser "la abuela adorable" o "la jubilada tranquila".

Pero estas mujeres dijeron: "No. Yo también tengo derecho a la aventura. Yo también merezco despertar cada día emocionada por lo que viene."

Al final, todas las rutas que recorren estas mujeres conducen al mismo destino: hacia ellas mismas. Hacia esa mujer que quedó pausada durante años, esperando su turno. Hacia esa versión de sí mismas que siempre supieron que existía pero que nunca habían tenido el coraje de conocer.

La reinvención no tiene edad. No tiene límites. No necesita permisos de nadie más que de nosotras mismas.

Las Rodanteras nos enseñan que nunca es tarde para elegir la felicidad, que nunca es tarde para poner el GPS en "Avenida Libertad y calle Felicidad" y lanzarse a la ruta de la propia vida.

Porque como ellas mismas dicen: "Se ganaron el derecho a elegir su propia aventura."

Y vos, ¿ya elegiste la tuya?

Las Rodanteras escriben siempre un capítulo más. Porque entendieron que la vida no es un libro que se cierra, sino una historia que siempre puede tener una página nueva, una ruta inexplorada, un amanecer por descubrir.

¿Cuál será tu próximo capítulo?


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